Recomponer la belleza, la labor de Aquiles Segovia

Aquiles comenzó pintando. Ha hecho cuadros, murales, serigrafías, pero cuando dio con la madera se detuvo, sabía que estaba haciendo algo único, fuera de lo común.
Sólo quién ha experimentado lo laborioso que resulta armar un rompecabezas puede entender la profundidad del trabajo que realiza Aquiles Segovia. Primero está la paciencia: esa clave que sólo domina quien ejecuta su oficio por gusto o por convicción. Después el ensamblaje: cada pieza en su lugar según su forma, según su color y, en casos muy particulares, según su historia. Finalmente, la fórmula del artista: 1% de inspiración y 99% de transpiración.
La obra inicia en las playas de Margarita con la recolección de trozos de madera, algunos pertenecientes a antiguos peñeros, otros sin origen conocido. Luego, la madera se lava y se acondiciona para el trabajo. Los trozos se organizan por color y se intervienen con diferentes tipos de cortes. Finalmente, se toma un espejo y alrededor de él comienza el ensamblaje que no sería posible sin la capacidad de “sentir”, afirma Aquiles. Sentir es: encontrar el lugar de cada pieza.
El resultado es una creación que exhibe todos los colores que caben en Margarita y que le permite a Aquiles conjugar dos tradiciones de esta isla que lo inspiran profundamente: la pesca y el arte. En sí misma, la labor de reciclar cada trozo de madera encontrado en el camino, es un resultado que desnuda una conceptualización de la estética auténtica y atrevida. Dicen que la belleza está en los ojos del que mira, y quizás es sólo gracias a esta premisa que el reciclaje logra aproximarse al arte. “Se pueden hacer buenas cosas con lo que tú piensas que no sirve para nada”, garantiza el artista, pero para ello se requiere una mirada, un talento, un oficio, un método que pocos manejan pero muchos saben apreciar.
“A veces me encuentro con trozos de madera que primero fueron blancos, después los pintaron de azul, luego de amarillo y por el desgaste con el mar puedes apreciar todos esos tonos”, apunta Segovia, “eso es lo que me permite trabajar con una gama de colores tan amplia”. Parte del encanto de su labor es rescatar esas piezas olvidadas, desgastadas por el tiempo y descubrir en ellas una historia. ¿Dónde estuvieron? ¿Desde cuándo están aquí? ¿Quién las acarició? ¿Cuántos atardeceres vieron morir? Es allí, en esa historia oculta que parecieran querer contar, donde reside su encanto, su valor.
*Cada una de las habitaciones del Hotel Isabel La Católica, están acompañadas de un espejo de Aquiles Segovia, cuyos marcos fueron trabajados en función de la paleta cromática específica del interiorismo de la habitación. Aquiles nos ha acompañado desde el inicio de las operaciones con una muestra a escala de su obra en la Colección La Reina, exclusiva para nuestros primeros huéspedes, y con la Colección Aniversario que fue obsequiada a quienes vinieron a la celebración de nuestro primer año de inaugurados. Una de nuestras misiones como Hotel Galería es exaltar el talento local y propiciar la adquisición de sus obras, por lo que si quiere llevarse a casa el arte de Aquiles Segovia, está en el lugar indicado.