María de Aragón, la fanática

A pesar de ser pionera de la inquisición portuguesa y artífice de otras crueldades contra los judíos, María de Aragón y Castilla, Reina de Portugal, tuvo tiempo para tener diez hijos con el rey Manuel I de Portugal, apodado El Afortunado.
La cuarta hija de los reyes católicos se había casado con el viudo de su hermana mayor Isabel y había logrado darle la decendencia que la primera no logró. Los éxitos de sus hijos hablaron por ella. Juan, su primogénito, fue rey de Portugal, Isabel fue Emperatriz del Sacro Imperio Germánico al casarse con su primo el Emperador Carlos I, Beatriz tuvo descendencia de héroes, Fernando, Alfonso, María, Enrique, Eduardo y Antonio tuvieron sus propias gestas.
Pero su dolor de cabeza fue su cuarto hijo Luis, quien se casó en secreto con una mujer judía con quien tuvo un hijo natural.
Quizá esto acrecentara la inquina de la reina contra los judíos, hasta convertirla en la principal promotora del proyecto imperial de su esposo de destruir ciudades santas, empezando por Jerusalén y terminando en las islamitas Medina y La Meca. A la hija de los reyes católicos esta posibilidad le complacía.
Por suerte no vivió demasiado para seguir alentando las intervenciones destructivas y violentas del pogromo, pero sí lo suficiente para ver gobernar a su rey afortunado sobre Brasil y buena parte de África. A su muerte a los 35 años, su viudo Manuel I Rey de Portugal, se casó en terceras nupcias con la sobrina de sus difuntas esposas: Catalina, la última hija de Juana La Loca. Todo volvía a quedar, otra vez, en familia.